El arte de renacer: Un tributo al amor de madre.
- Cristy Prado
- 11 may
- 2 Min. de lectura

En México, el 10 de mayo es sinónimo de amor materno, gratitud y celebración. Es también una oportunidad para mirar más allá de los regalos y los homenajes, y honrar la huella profunda que el amor de las madres deja en nuestros procesos de vida. El amor materno, con su ternura incondicional y su infinita paciencia, nos nutre desde el origen y nos acompaña en cada etapa de crecimiento. Este mes te invitamos a abrir un espacio íntimo para reconocer la fuerza amorosa que nos sostiene: la madre no solo como figura externa, sino como símbolo universal de cuidado, resiliencia y renovación interior. Mayo es un mes fértil: florecen los jardines, los recuerdos y hasta los silencios. Entre sus días, el 10 de mayo resplandece como un recordatorio de todo lo que hemos recibido: amor, guía y valentía para crecer. La figura materna, en su sabiduría silenciosa, nos enseña a abrir y cerrar ciclos, a dejar ir lo que ya no nos pertenece y a abrazar lo nuevo con esperanza. La madre no solo da vida: también enseña a soltar. Desde el primer desprendimiento al nacer, nos muestra que cada inicio lleva consigo un final, y que en cada despedida florece una nueva posibilidad. Su amor incondicional nos da la fuerza para enfrentar las pérdidas, los cambios y los renacimientos que la vida nos presenta. Cerrar un ciclo es, en sí mismo, un acto de amor propio que refleja las enseñanzas maternas: saber decir “gracias” a lo vivido y “bienvenido” a lo que está por venir. Como dice un aforismo de la Semiología de la Vida Cotidiana: “La paz es el timón de la conciencia”. Y es justamente esa paz, sembrada desde el amor materno, la que nos permite seguir avanzando, más sabios, más ligeros, más plenos. Abrir un nuevo ciclo requiere valentía, una valentía que también aprendimos de ellas: la capacidad de confiar en lo incierto, de dar pasos firmes hacia lo desconocido, de sostenernos con amor aun en medio de la incertidumbre. Este mes de mayo, mientras ofreces flores o palabras a la madre, regálate también un acto de amor: reconoce y agradece todo lo que su amor incondicional sembró en ti, y sigue floreciendo desde esa raíz profunda que te sostiene. Recuerda: renacer no es volver a empezar, sino caminar hacia lo desconocido con la sabiduría amorosa de quien ha sido acompañado, sostenido y amado en su crecimiento.
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